Dentro de la cosmovisión escandinava, la muerte ocupaba un lugar especial como forma de redención y reencuentro con los dioses y viejos amigos o familiares.
Es bastante común encontrar una veneración a la muerte dentro de los pueblos antiguos, incluso registrando formas y tratados sobre cómo se debe trascender de manera correcta al mundo de los muertos, los procesos que pasaban las “almas” y las pruebas que debían seguir para determinar su lugar de descanso en otras dimensiones o mundos.
La teología nórdica popular y moderna indica que el Valhalla es el lugar al cual se dirigen todos los muertos vikingos, sin embargo, hablar de Valhalla como único lugar de reunión post mortem y hablar de vikingos es algo totalmente erróneo, aunque lamentablemente es una premisa muy utilizada en nuestros días como mito popular.
Lo cierto es que las Eddas y las Sagas nos muestran una variedad de lugares y dioses que acogen a las almas, dependiendo de su muerte y de sus hazañas en vida. Así es, tal como lo acabas de leer, no todos los muertos iban al Valhalla ni se encontraban con Odín.
Odín atravesando Helheim
En primero lugar debemos de limpiar un poco este mito de influencia católica/cristiana: Dentro de la teología nórdica no existían dos únicos lugares de descanso para las almas, a diferencia del cielo e infierno católico, existían más opciones. Igualmente la debemos desterrar la idea católica de dios supremo único que se le atribuye a Odín. No todos querían ver a Odín, no era un sistema teológico monoteísta, ni Odín era un dios omnipresente, omnipotente y todo poderoso que recogía las almas de sus fieles para tratar de salvarlos del fuego de las llamas.
Muy por el contrario, los dioses nórdicos tenían unas características únicas que permitían que cada ser humano se entregue a un culto, rito o fe a cada uno de ellos (dependiendo de sus necesidades). Los dioses nórdicos trabajaban para sí mismos, tenían sus propias preocupaciones y líos, sus propias guerras y querellas (tanto bélicas como a nivel mental).
Entonces, ¿A dónde iban los muertos? Odín no tenía la potestad en primera mano de elegir a aquellos que llegarían a Asgard y entrarían al Valhalla. Durante las batallas, quien decidía la muerte de alguien era una de las diosas menores, una de las Nornas (las tejedoras del tiempo): La Norna Skuld.
Hela, guardiana de Helheim
Según el Grímnismál, una vez determinado el futuro y muerte de un guerrero, Skuld (que era considerada una Valquiria), permitía que Freyja sea la que escoja a la mitad de los muertos en batalla y los lleve a sus aposentos, los cuales reciben el nombre de Folkvang o “Campo del pueblo o de los ejércitos”. La Edda Menor menciona que la sala de Freya dentro de Folkvang se llamaba Sessrumnir, "Sala con asientos espaciosos" o "Sala con muchos asientos".
Luego Odín recogía a los guerreros más hábiles y fuertes, aquellos que tenían más experiencia y que habían sucumbido en la guerra.
Entonces, la gloria del tan anhelado Valhalla solo era dable en ciertas condiciones bélicas puntuales y quienes eran los elegidos tenían un historial de glorias y eventos de guerra envidiables. El resto iba con Freyja a sus aposentos (Cosa que tampoco era despreciable).
Cuando se trataba de guerreros o navegantes que perecían en el mar, buscando la gloria de la conquista de nuevas tierras a través de los mares encrespados del norte, el dios encargado de recoger sus almas era Rán. En las Sagas de Friðþjóf, Sonatorrek, la Saga Vólsunga y la Edda Menor se menciona la recepción de los muertos que perecieron ahogados en el mar durante una tormenta en los aposentos del Rán, quien también habitaba en Asgard, pero tenía un salón aparte.
Se decía que si veías el fantasma de tus amigos o familiares que murieron ahogados en el mar, se debía a que fueron bien recibidos por Rán.
En la Edda Menor de Snorri también se menciona que hay lugares para los muertos en Jötunheim (La tierra de los gigantes), un lugar llamado Gimle, localizado en Utgard, un lugar donde la bebida abunda.
La muerte del Dios Balder, quien es condenado a bajar al inframundo.
Algunos preferían quedarse en sus tierras según algunas fuentes. Se tienen registros en la “Saga Eyrbyggja” que un personaje llamado Þórolfr Mostrarskegg decía que luego de su muerte habitaría en Helgafjell, una montaña sagrada cerca de su casa. Es también sabido por hallazgos arqueológicos que algunos barcos fúnebres no eran quemados, si no enterrados, y aquellos que desearan quedarse, lo lograrían colocando un ancla directo al suelo donde serían enterrados, como lo fue el barco de Oseberg.
Hasta este punto hemos apreciado que existen diversos espacios para acoger a los muertos, sin embargo, había un espacio que era mucho más común: Estamos hablando de Helheim.
Helheim era el inframundo, un espacio bajo las raíces del Yggdrassil, custodiado por la hija del dios Loki, llamada Hela.
En este espacio caen todas las almas de aquellos que murieron de forma tranquila y en paz, de aquellos que vivieron una vida sin sobresaltos y sin gloria. En otras palabras, casi toda la población caería en Hellheim si nos damos cuenta de que las principales actividades eran la pesca, orfebrería, ganadería, agricultura y joyería.
En helheim también existe un espacio aparte para criminales y personas que quebrantaron la ley. Un espacio segregado y alejado de las almas comunes.
Lo curioso de Helheim es su concepción: En algunos casos se le describe como un lugar lúgubre y frío, lleno de oscuridad y penurias (lo que responde a un intento de acercarlo al infierno cristiano con la diferencia del calor y las llamas ardiendo). Y otro dato curioso es lo que genera la existencia de Helheim dentro de la teología nórdica y su concepción del fin del mundo, el Ragnarök.
Cuentan los textos que, una vez llegado el Ragnarok, las huestes de Hella se aliarán con los Gigantes y con los hijos de Loki para iniciar la guerra con los dioses Aesir (Odín, Thor, etc.) y Vanir (Freyja, Freyr, etc.). En otras palabras, las personas tranquilas, que murieron de vejez y sin glorias ni honores conformarían ejércitos en contra de los dioses que veneraron en vida.
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