Egil Skallagrimmson, un gran mago, fue puesto en aviso de que existía una mujer enferma. Ella había recibido un hechizo para curarla por parte del hijo de un vecino, pero parecía hacerle más daño que otra cosa. Aquí el mismo Egil nos hace una fuerte advertencia:
-Thorfinn dice: «Se han grabado runas, y fue el hijo de un campesino vecino quien lo hizo, pero ahora está mucho peor que antes. ¿Sabes acaso, Egil, algo que pueda curarla?»
-Egil dice: «Puede ser que no le haga ningún daño si lo intento.»
Y cuando hubo comido hasta hartarse, Egil fue adonde yacía la mujer y habló con ella; mandó que la levantaran de la cama y pusieran sábanas limpias, y así lo hicieron. Luego registró la cama donde descansaba y encontró un hueso de ballena sobre el cual estaban las runas. Egil las leyó, y luego raspó las runas y lo arrojó al fuego; quemó todo el hueso y mandó airear las sábanas que había usado. Entonces dijo Egil:
“No ha de esculpir runas,
sino aquel que sepa leerlas
son muchos los que yerran
al usar los misterios;
he visto en una rama
diez runas de magia,
causaron a la dueña
largo dolor y duro.”
Las runas no deben usarse si no se saben leer, claramente Egil estaba muy avanzado en la magia y hechicería rúnica, y no sufría esos problemas. Por eso es mejor usar o aprender la magia rúnica de forma apropiada. Hay muchas más menciones de hechizos y usos mágicos para las runas en las Eddas, el Sigrdrífumál, la Saga de Egil Skallagrimmson, que sirven de ejemplo sobre como se hacía uso de la magia rúnica y otros hechizos.
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